Dulcinea
Todos tus encantos,
han sido,
el enigma del caballero,
el bello atardecer sobre el molino,
el agua tibia en el abrevadero,
los ponientes amaneceres de la tierra roja,
el diamante blanco en la armadura,
la cruel tibieza de las flores en los campos,
y los secretos de tus voces.
Todos tus encantos,
han sido,
el enigma del hidalgo.
Y en la mazorca medieval
se esconde tu escudero
llorando en la eternidad del principio
sobre un bote de sueños
que relincha de brutalidad nativa,
debajo de tres nubarrones pardos.
Las armas de tu paladín han cambiado:
se han vuelto bicorne luna de marzo.
Esta tierra es la que sembraste junto a él,
y estas rancias armas
dependen de un anciano peregrino
que va al trote detrás de los montes ocultos
y ciñe a este camino nocturno,
junto a un amigo
que ha de nombrarse: Sancho.