Joven Baco enfermo
Ya no sos ni un dios, ni un hombre,
sino un personaje de carnes flácidas
y mirada cansada,
con una exuberante corona de hojas de parra
y algunas frutas en mal estado.
Uvas negras repletas de hormigas,
y duraznos con pelusa de senos,
y pezones llenos de durazno blando.
Tu vino tiembla en una copa roja de sangre bovina:
Veneno de río, rata y uva enferma
o moscas podridas en el aire.
Mirás de reojo
como si todo tu cuerpo
fuese una uva aplastada sin semilla,
ni jugo sátiro y ebrio.
Llora un cálice de sangre
y granito negro
de muerte y bovary.
Ya no tenés a las gitanas
ni a tus echadoras de cartas.
Sólo algunas moscas de frutas ensimismadas,
oliendo con sus nueve ojos de mosca y peste.
¿Escuchás el tintineo silencioso del carillón
que te llama y te nombra
sobre un valle infausto
de epitafios y
mudas permanencias en los umbrales?
La noche tiembla,
taciturna,
bajo los pulsos nocturnos de una melancólica amenaza.
Y vos sabés del olor a mosca podrida en la plaga.
Y sentís la pobreza,
la muerte lenta y desleal que se mete.
La malaria amarilla entra por tu sangre
Y sentís a los pantanos Pontinos:
Verdes musgos en cadáveres de perros ahogados.
Y ya no sos,
más que un sapo
en un estanque,
cuya sangre,
se esconde en el barro.