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La libertad guiando al pueblo
Como si fuese un Dios
de coronas fúnebres
que pinta a plomo
un cementerio de huesos y cuervos.
Como si un Dios fuese
el pobre sueño de un soldado.
O el deseo de ser la piel
del soldado.
Como si el hombre,
pálido occidente,
muerto y desnudo,
yaciera sediento
ante un vergel de pechos de vinagre.
Como si fuese la libertad,
un par de violines de agua,
violines dulces de río.
El aliento precioso
del niño en el polvo.
Como si la libertad fuese,
y no fuese más que una salida
de senos alabastrinos
y una túnica entreabierta de betún.
La piedra en la tierra
embebe la carne abierta
que espera
en el tiempo,
el nombre
y la fecha.
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