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Las señoritas de Avignon

 

Cinco señoritas posan frente a un pintor. Hablan mientras el pintor hace su trabajo. Dos de ellas usan máscaras africanas. Hay un taburete con naturaleza muerta delante. Uvas, manzanas, peras y una porción de sandia. De fondo, entre ellas, un telón blanco casi gris posa. El pintor hace su trabajo.

 

Fernandé (habla a sus compañeras): Siempre está la necesidad de pensar que todos los pintores son platos de espinacas.

 

Señoritas (Risas tontas de señoritas)

 

Pintor: Un poco más al costado Fernandé…

 

Fernandé: ¿Así?

Pintor: La mano hacia arriba…

 

Irene: ¿Y mi pelo?

 

Pintor: Entre tus manos también.

 

Eva: Ay...la desnudez…la desnudez. Una ciruela madura.

 

Marie: Y las máscaras, anales antiguos.

 

Francoise: ¡O los rostros! Nos comen a cada uno la casa.

 

Pintor: ¡Todas ustedes! ¡Platos de espinacas!

 

Señoritas (risas, todas juntas a la vez): ¡Espinacas!

 

Pintor [ruido de pincel]: Color tigre pálido, piel sin uva ni aceite ni fruta. ¿Les parece?

 

Francoise: ¡Las frutas de nombre difícil! ¡Por favor! Pero usted pinta, usted dice.

 

Pintor: Aceite sí, fruta no, tigre pálido, piel de león rosado, sí, eso sí, como un sueño.

 

Irene (sonríe moviéndose): ¡El sueño, de alguna manera u otra, siempre hace esperar a la sangre!

 

Pintor: Por favor Irene, no te muevas.

 

Irene (rostro de perdón).

 

Pintor: Cada uno adentro con un sueño diferente, como si estuviésemos dentro de un vestido diferente también… Jueguen con la tela. ¿Quieren música?

 

Señoritas (todas juntas asienten)

Pintor [música sonando de fondo]

Señoritas (sonrisa y postura. Cuerpos de tela. Cuerpos en la tela. Silencio. Ambiente frío de mañana. Llana sequedad en el estudio)

Eva: ¿Qué ves en mi cuerpo?

 

Fernandé: ¿Y en mis pechos?

 

Francoise: ¿Y en mis piernas?

 

Irene: ¿Y en mis ojos?

 

Marie: ¿En mi boca?

 

Pintor [silencio y música]: Veo. Siempre detrás. Irene, tus ojos, dos pechos gordos desgarrados por la seda. Olivos espolvoreados de plata. Tu boca, Marie, un par de labios, la pulpa de una vagina dulce y jugosa como una pera o una ciruela o un durazno. Tus piernas, Francoise, calles de limón. Manzanas llenas de nombres y deseos. Tus pechos, Fernandé, dos ojos de ostra. Y tu cuerpo, Eva, siete costillas de mármol. Sepan que sus espaldas son lo que estoy pintando. El murmullo de oro, la tela, el hombre, sus rostros medievales, con los mismos ojos. La mujer como un bólido fulgente. Un halo luminoso. Una luna acuosa. Un soplo ciclónico. Eso pinto.

 

Marie: ¡Puffff! La Carrer D’ Avinyó es aburrida sin pintores.

 

Fernandé: Y sin bañistas también (Risas y burlas)

 

Francoise: Sabemos que Barcelona es la gran prostituta. Un paraíso para nosotras. Un infierno para los caballos.

 

Pintor: ¿Y ustedes?

 

Señoritas (todas juntas): Señoritas de Avinyó.

 

Eva: O bañistas desnudas de Avinyó. (Risas)

 

Marie: Yo podría ser la mujer desnuda de Apollinaire y tener los bigotes como un mamut. (Risas y señas de bigotes de mamut. Marie se afeita los bigotes haciendo un rastrillo con los dedos)

Irene: Y yo una abuela vieja y gorda como una ursulina putona. (Risas)

 

Pintor: ¿Y yo?

 

Señoritas de Avignon: Usted, un pintor.

 

Francoise: Un pintor que come estopa o bebe petróleo. (Rostro desafiante de prostituta bella bellísima con ojos morados como remolacha y dientes de marfil y duraznos como labios)

 

Fernandé: Usted es una isla. Una isla llena de cuernos y toros y rostros de seres que hay que nombrar. Una tierra en el medio del agua con piernas y narices grandes y pieles y tiempo y seguridades de mujeres vestidas o desnudas. Prostitutas como nosotras. La grasa en el fuego. No tenemos ni siquiera las ventajas de ser una bola de nieve en el infierno. Usted es el burdel y el olor a diario mojado, a pared fresca y amarilla. Usted es el trazo quizás. Usted es la arena de innumerable cantidades de monstruos humanos y serpientes preciosas que parecen niñas o niños jugando a la pelota. Usted es un grupo de triangulitos de colores, todos juntos, pegados como nosotras. Usted es una prostituta en un muelle de carbón. Y pinta como una prostituta. Con este carbón y este óleo.

Pintor: ¿Y un escultor?

 

Risas de Señoritas de Avignon. Música en el estudio. Cuerpos esculpidos en una tela. Desnudez en el óleo. Fernandé lo observa con ojos de pantera. Picasso desea mirar por la ventana. Lo hace. El sol lo pinta de algún modo. Parece una isla blanca con una pelota roja en la costa. Su rostro se ilumina. Es una escultura con manchas en las manos y un pincel.

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