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Mientras los demás los buscan en el bosque

Un viaje en auto. Una road movie. Jóvenes fumando. Hablando en un film mudo. Kerouac. On the Road. Los jóvenes. Los sacos. El pucho. El humo. El auto. La ruta. La sensualidad. De las mujeres. De los hombres. El sex appeal. Los peinados. El jazz sin púa en el auto. Brakhage. Bebop. 

En Unglassed Windows Cast a Terrible Reflection, éste auto se avería. Y éstos jóvenes, entran en un pueblo fantasma para pedir ayuda.

La espera. La aventura. Antonioni. Entrar en diferentes espacios vacíos. La imposibilidad de la palabra. La ausencia de los pájaros. Eso, lo que permite un paraíso anónimo de figuras quebradas en un desierto ambiguo. Esas notas de silencio. Edificaciones antiguas impregnadas de oscuras historias secretas.

Rozar.

Tocar.

A los fantasmas.

Las miradas escrutan algo. Los personajes se transforman en partes del espacio. Hay algo de suspenso erótico en ellos recorriendo lo inesperado, lo no hallado, lo deshabitado.

Con una profundidad de campo bellísima, la luz escinde los cuerpos en dos. Entre los blancos y los negros. Ese juego diabólico del quiebre del sujeto. Ese umbral que se plasma en la experiencia de buscar a alguien humano para conseguir ayuda y reparar el automóvil, se torna en una experiencia esotérica en búsqueda de lo inesperado, de lo ausente, de lo espectral. Algo escondido, que nada tiene que ver con lo humano. O sí.

Entrar en lo desconocido. En un reflejo. Es un instante de la memoria, del recuerdo, de lo no vivido. De repente existe un laberinto, una desesperada intención por salir del miedo. Los objetos se tornan tenebrosos y capaces de lastimar. El montaje es divido en dos: por un lado, es el vértigo centrado en el personaje femenino y por otro, el ralenti, es los hombres. Esta ambigüedad logra un juego preciso de lo onírico. Los diálogos no dichos, y tan dichos a la vez. Las expresiones alejadas de la forma de cine mudo, pero Brakhage decide tomar esa estructura silenciosa del mudo para lograr una experiencia del anonimato.

Los fondos iluminados llevan texturas casi pintadas. Es notable la influencia de Brakhage en los fondos de películas de Orson Welles y la influencia de este film en Eraserhead de David Lynch, una experiencia de la memoria y del sujeto. Un viaje único y personal.

Brakhage monta una historia del sujeto en el laberinto de la humanidad y del secreto íntimo de la subjetividad. Lo que a uno le sucede y lo acciona. La violencia del vacío y la aparición de la muerte como algo inminente en el hombre, del mismo modo que el sol o la luna.

Brakhage no solo hace un juego diabólico desde la puesta lumínica y los blancos y negros; sino también desde lo conceptual. Esta lucha con uno mismo en uno mismo hacia uno mismo para uno mismo.

La historia es una mera excusa. La historia de varios jóvenes que buscan ayuda en un pueblo abandonado y es ese pueblo que de alguna manera libera ciertas fuerzas del mal para que los dos jóvenes peleen y discutan. Y así los dos den su muerte.

Mientras los demás los buscan en el bosque, parecen haber olvidado ese lugar abandonado como si fuese algo más en la vida de ellos, sin embargo, el único testigo de la historia, el sol y la luna, como en un poema de García Lorca, es consciente de lo que sucede.

Toronto, CA (21 - 12 - 2016)

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